Una cita con una mujer especial -Claudia Sevilla-

Sonríe al espejo de su habitación recordando con todo detalle a la señorita Sevilla. Habían tenido encuentros anteriores, la había catalogado como una inteligencia superior, por supuesto sin llegar a la suya, pero inteligente, una mente fértil en recursos. Y estaba seguro de que con puntos de maldad ocultos. Él nunca se equivocaba, el error estaba fuera de toda cuestión. Solía asesinar a los errores que caminaban por el mundo como un saco de huesos más.
Alisa su cabello sin dejar ningún pelo rebelde, le deleitaba contemplar su reflejo pulcro y ordenado. Sale de la habitación del hotel hacia la reservación en el restaurante más fino del lugar, sabía que el detalle deleitaría a Claudia Sevilla.
Cierra los ojos al tomar asiento en su mesa privada, únicamente alumbrada por candiles, la oscuridad siempre era su aliada. Sonríe a la camarera, de por más interesada en él. Le dio gracia, las humanas solían entregar sus piernas a él con un solo vistazo a su anatomía. Decidió que esa mujer rolliza, de cabellos rubios y rostro rosáceo sería su próxima cena. Desliza un billete hacia ella rozando la piel de sus piernas a propósito, él sabia el efecto que causa en las mujeres de su tipo. Pide un Cavernet Sauvignon, ya hartándose de la presencia de la mujer y volviendo la mirada hacia la silla frente a él.
Alli se encontraba, esperando a una mujer que no era como las camareras o las putas a las que acostumbraba a seducir y asesinar. Claudia Sevilla era especial, Ichabod lo sabía, y se encontraba nervioso por su próximo encuentro. La imaginó con su melena oscura agitándose por el viento al caminar hacia el restaurante, su aroma, su espectacular aroma chocándolo al asistir con prisas hacia la mesa, y sus inteligentes globos oculares observándole, siempre con suspicacia, analizandole.
Ladea el rostro con gusto, en otra vida, hubiese elegido a aquella mujer como su esposa.
Entrelaza las manos.
Ichabod Moriarty se encontraba nervioso.

- Adecuada elección de palabras mi estimada señorita Sevilla. Si me permite agregar una ligera acotación, mis globos oculares admiraran su belleza en esta particular noche...

Se deleita en su presencia con una calada de su delicioso aroma; sus cabellos, cómo deseaba uno de sus mechones para rozarlo contra su piel, incluso siente un ligero cosquilleo en el abdomen bajo al imaginarlo. Sonríe de lado, tenia noción de que él también se encontraba siendo analizado, aunque se encontraba muy seguro de su escaso resultado. Nadie podia analizarle, él era Ichabod Moriarty.

- No debe agradecerme señorita Sevilla, soy yo el que debe agradecerselo a usted por asistir tan amablemente a mi sincera invitación.

Le sonríe seductoramente, con un deje hipnótico, el cual solo utilizaba con sus victimas pero que con ella lo hacía por puro gusto ante su reacción. Aquella mujer lo hipnotizaba, y esos cabellos, necesitaba uno de sus mechones... aquellas ondas cafés moviendose al compás de su cráneo... seductoras, irresistibles, tal como lo era la misma Claudia Sevilla.

Toma el vino del centro de la mesa y con agilidad sirve ambas copas con un suave movimiento de muñeca.
Inspira el dulce aroma de las uvas con alcohol de su copa sin despegar su hipnótica mirada de Claudia Sevilla, cada curva de su ser habia sido inspeccionada por él y sin embargo no lograba aburrirse de su persona.

- La encuentro realmente fascinante señorita Sevilla... Podría pasar horas envuelto en su aroma y sus miradas analiticas. ¿Se encuentra nerviosa señorita Sevilla? No debe encontrarse nerviosa, conmigo sientase protegida. Yo la protegeré señorita Sevilla, incluso del monstruo que vive en mi y del cual noto que se oculta un ligero temor bajo su rostro tan amable. Si me permite un brindis...

Alza su copa con elegancia, sonriendo de lado.

- Por nosotros... Claudia...